sábado, 8 de agosto de 2020

La Virgen de los Reyes, ¿un autómata medieval?

 

A la izquierda y a la derecha, fotografías del mecanismo de la Virgen de los Reyes y el Niño. En el centro, el dibujo de Gestoso


La Virgen de los Reyes, ¿un autómata medieval?

La patrona cuenta en su interior con un mecanismo de poleas y engranajes que hacía que la imagen cobrara movimiento para bendecir al pueblo... y a las huestes del Rey

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Entre la historia y la leyenda hay un trecho y, al mismo tiempo, una fina línea que a veces no se distingue. Cuentan los guías de la Catedral que la Virgen de los Reyes es algo así como un autómata medieval que se levantaba de su silla y movía los brazos y la cabeza para bendecir a las huestes del Rey San Fernando antes de las batallas. Lo realmente sorprendente y desconocido para muchos es que la primera parte de esta afirmación es correcta. Es decir, la patrona de Sevilla tiene en su interior un mecanismo de poleas y engranajes que le confería movimiento. La segunda parte, la relativa a su acción en el Campamento durante la Reconquista, es más legendario.

En un estudio de Teresa Laguna, quien fuera conservadora de Bienes Muebles de la Catedral, se cuenta que el primer documento gráfico que existe sobre las características materiales del mecanismo es un dibujo de José Gestoso, del siglo XIX, que se conserva en la Biblioteca Colombina. Posteriormente ha quedado constancia gráfica de cómo funcionaba el artilugio por las fotografías de Rafael Salas que complementaron el informe de José Hernández Díaz.

El dibujo de José Gestoso que describe el mecanismo de la Virgen de los Reyes

Según la descripción de Gestoso, la Virgen movía la cabeza gracias al sistema de poleas que se conserva en su interior. También movía las articulaciones -brazos y rodillas-, hasta el punto de que era posible que la imagen pasara de una posición sedente a estar de pie y a hacer gestos expresivos con los brazos. «Estos cambios causarían gran impacto entre los fieles y acrecentaron la devoción medieval a esta imagen, potenciando su comunicación con los fieles y la comprensión de lo sagrado», indica Teresa Laguna.

El dibujo de José Gestoso en una cuartilla de papel revela cómo funcionaba el artilugio para mover la cabeza hacia adelante: «Dispone de un vástago circular en posición horizonal con una cinta enrollada –una correa de cuero fijada a la cabeza-, desplegada desde el límite superior de la hoja, y una sencilla rueda dentada con su lengüeta de freno en la parte derecha». No explicaba mucho más y omitía otros aspectos que llevó a pensar que ese mismo mecanismo hacía mover también las articulaciones. «Estas interpretaciones no tienen en cuenta la absoluta necesidad de otro mecanismo para conseguir cierto desplazamiento autónomo porque siempre es necesaria la intervención directa de, al menos, dos personas para realizar cualquier cambio en la disposición de esta imagen», afirma Teresa Laguna.

Entonces, ¿cómo se ponía de pie la Virgen y movía los brazos? Todo era más sencillo: mediante unos pasadores de madera que permitían un engranaje del brazo con el hombro, del codo y la muñeca, así como la flexión de las rodillas y en la cadera para poder estar en posición sedente o erguida. «Mecánicamente, sus antecedentes más remotos pueden encontrarse en esculturas egipcias y romanas de pequeño formato», explica este estudio, que añade que el mecanismo para la cabeza está alojado en el interior de la espalda y protegido por una tapa que necesariamente debe permanecer abierta para cualquier manipulación, después de levantar o apartar la vestimenta de la imagen. Por la descripción de Gestoso, se sabe que ya en el siglo XIX el artilugio se encontraba inutilizado.

En la descripción que hace Laguna de esta talla y la del Niño -que también tiene el mecanismo-, se indica que su devoción «está estrechamente vinculada a la personalidad del Rey Fernando III y sus primeras referencias literarias la relacionan con un suceso extraordinario narrado en la “Cántiga CCICCII”». Se trata de una descripción de 1345 que dice lo siguiente: «Semeja que está viva en carne, con su Fijo en el brazo» y «es fecha en torno, y la levantan y la asientan quando quieren para vestir á ella y al su Fijo: sus paños de carmesí, mantos, pelotes é sayas». Esto permitió a Gestoso explicar cómo podía cambiar la posición: «Todo está perfectamente articulado con el mismo mecanismo de que se sirven los pintores en sus maniquíes y (…) no se equivocaron al decir que es susceptible de todos los movimientos del cuerpo humano».

«La imagen viva mejor conservada»

Este mecanismo que servía para que la Virgen bendijera al pueblo está en perfecto estado. Ana Isabel Gamero, la conservadora de la Catedral, dice que esta imagen gótica del siglo XIII es «la imagen viva mejor conservada del mundo». Todo se encuentra en el estado original y, gracias a las restauraciones que se le han practicado en los últimos años, goza de una extraordinaria salud. «La Virgen estaba en un estado lamentable en 2015 —explica Gamero—, y Arquillo hizo una intervención «magnífica». Desde entonces, el cuidado es exquisito para moverla y hasta para cuando la visten las Hermanas de la Cruz.

martes, 7 de julio de 2020

HELLO ROBOT

El Museo San Telmo de San Sebastián acoge hasta fin de mes.
(8-9-2019) ‘Hello, Robot’, una exposición que nos hace reflexionar sobre el papel que desempeñan los robots entre nosotros y qué cuestiones éticas y sociológicas nos plantean. Una estrecha interrelación humanos/robots está ya a la vuelta de la esquina.
En nuestro día a día, nos vemos rodeados de cada vez más robots. Desde los más simples como el robot de cocina que bate y prepara alimentos hasta el que persigue incansable las pelusas por toda la casa. Son máquinas que nos ayudan en tareas simples. Pero la nueva generación de robots empieza a desempeñar tareas más complejas y con implicaciones emocionales: los cuidadores. ¿Están preparados para cuidarnos? ¿Y estamos preparados nosotros para que los robots nos cuiden?
Los robots pueden ser programados para desempeñar casi todo lo que queramos; con personas que sufren pérdidas de memoria o demencia son unos ayudantes muy valiosos, les recuerdan sus rutinas, desde cuándo tienen que comer, qué ropa ponerse o la medicación que tienen que tomar. Están programados para alimentar, cuidar, limpiar, pasear, hacer compañía…
Como en la película Un amigo para Frank, de Jake Schreier, los robots nos pueden facilitar la vida y quizás convertirse en amigos. Los seres humanos y los robots nos diferenciamos en que los primeros tenemos conciencia; los segundos, por ahora, no. Son acompañantes y cuidadores, les podemos coger cariño, pero ¿y ellos a nosotros? Los niños pequeños pueden llegar a sentir que su peluche es su amigo inseparable y que sólo él puede quitarle las pesadillas por las noches, pero sabe que los sentimientos son humanos, el peluche por mucho que lo quieran, no llora ni se ríe de verdad. No podemos crear relacionales emocionales con peluches o robots, porque no son correspondidas.
¿Les podemos programar para sentir?
Sin embargo, en el mundo de los robots algo está cambiando, y al que igual que pueden ser programados para batir, limpiar o dar de comer a una persona, ¿les podemos programar para sentir? Al igual que ya podemos hacer implantes de sensores inteligentes en nuestros cuerpos para que, por ejemplo, en caso de que hayamos perdido la sensibilidad en una mano y nos estemos quemando, retirarla a tiempo, ¿qué pasaría si implantamos sensores inteligentes en los robots?, ¿sentirán?
A lo largo de la exposición podemos ver diferentes robots que ya se utilizan, que interactúan y cuidan de nosotros, como mascotas robotizadas que dan cariño a personas enfermas, como los perros o gatos, y que están diseñados para hacerse querer, se arrullan o ronronean; acompañantes digitales que recuerdan tareas a personas que viven solas o un robot programado para dar el biberón a un bebé. La pregunta que nos surge es si queremos que nuestros bebés sean criados por robots y nuestros mayores cuidados por robots, o si esos robots ya no son sólo máquinas, si es que les estamos dotando de cierta humanidad. Y si no cumplen bien su tarea y son llevados a reciclar, ¿se sentirán frustrados?
Un tenedor, un bastón y una cama son los tres elementos que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de una persona mayor que vive sola. Los tres elementos se conectan a un dispositivo que mide las calorías y el tipo de alimentos que ingiere (tenedor), el ejercicio físico que realiza (bastón) o las horas de sueño (cama). Sin embargo, a las máquinas también se les puede engañar y comer con otro cubierto un menú lleno de grasas, pedirle a un amigo que saque a pasear el bastón o colocar libros en la cama para hacer creer al dispositivo que estamos plácidamente dormidos. Los robots nos ayudan, si queremos.


¿Hasta dónde dejar en las manos de los robots nuestra vida?
Hasta llegar a la fase de los cuidados, en la que nos surgen más dudas de hasta dónde dejar en las manos de los robots nuestra vida, las máquinas robotizadas han sido imprescindibles en multitud de trabajos, desde la fabricación y montaje en cadena de los centros de producción hasta los robots industriales que son capaces de construir solitos un puente. En Ámsterdam, unos robots industriales ya han impreso un puente peatonal en acero. Y en Zúrich se ensaya la arquitectura construida con drones, sin intervención de manos humanas, en la que los drones cuatrimotor apilan elementos de construcción de acuerdo con un algoritmo matemático. Con este modelo se podría construir a escala una ciudad vertical de 600 metros para 30.000 residentes. Se abre así otro debate en esta exposición: si estos robots son una amenaza para el empleo o es mejor que haya trabajos duros que desarrollen estos robots.
La impresión en 3D también ha incorporado a los robots. El diseñador Dirk Vander Kooij ha creado un robot capaz de imprimir muebles en 3D a partir de material reciclado. Así, los plásticos de viejas neveras se funden para conseguir una cuerda de plástico que da forma a un nuevo objeto. Con esta impresión 3D de baja resolución, se puede fabricar una silla en tres horas.
La robótica está presente en nuestra vida cotidiana, desde sensores inteligentes empleados en neurociencia a aspiradoras autónomas que corretean por nuestras casas, desde mascotas robotizadas que cuidan y dan afecto a los mayores hasta drones de reparto. Las cuestiones filosóficas también están abiertas.
La exposición ‘Hello, Robot’ en el Museo San Telmo de Donostia-San Sebastián se puede ver hasta el 29 de septiembre. Procede del Vitra Design Museum, MAK Vienna y Design Museum Gent. Si vas con los peques, les encantará, y no olvides coger el cuadernillo infantil para que sea detectives y encuentren sus propias respuestas. 

jueves, 19 de marzo de 2020

LA MUERTE Y LA DONCELLA

LA MUERTE Y LA DONCELLA 
Cuando la muerte nos ronda es inevitable su presencia en mis trabajos. 
(no esta acabado pero en esencia este trabajo sera muy semejante a lo mostrado actualmente)



lunes, 9 de marzo de 2020